Las y los defensores de derechos humanos han sufrido intimidación, acoso, agresiones y asesinatos. El tipo de abusos puede variar, pero el propósito de los detractores y agresores es siempre el mismo: silenciarlos e impedir que lleven a cabo su trabajo.
Los ataques tienen consecuencias devastadoras para las defensoras y los defensores, sus familias y colegas, y la sociedad en general. Al silenciarlos, los autores de los abusos no acallan una sola voz, sino las voces de víctimas y sobrevivientes que piden justicia.